domingo, 7 de febrero de 2010

Dos efemérides históricas del balneario de La Boca, antes llamado Villa Mazzini

Arriba el recorte de La Nueva Era de febrero de 1919, con la noticia del heroico rescate del gobernador del territorio y su esposa por parte de los jóvenes hermanos Bagli. Abajo una vista de Villa Massini, el Balneario de la Boca cerca de Viedma, poco después de 1917, cuando comenzó la instalación de las primeras casillas.
Nos ocupamos hoy de dos efemérides del mes de febrero que contribuyen en la compilación de la historia del actual Balneario El Cóndor, antes Villa Massini (el apellido del fundador) y siempre “la Boca del río Negro”. En 1917 la instalación de una casilla de madera y chapa, ahora en plena restauración; y en 1919 la heroica acción de dos jóvenes que rescatan de las aguas al gobernador interino del Territorio.


¿Cuál es la fecha formal de fundación del Balneario de la Boca del río Negro? Sobre este tema el cronista ya fijó posición (ver “Perfiles y Postales”, Noticias de la Costa, 14-enero-2007) al estimar como referencia válida la del 26 de enero de 1887. Aquel día un grupo de religiosos salesianos (el padre Antonio Piccono, y los clérigos Dallera, Aceto y Stefenelli, todos ellos futuros ilustres de la orden de Don Bosco) inició una excursión de tres jornadas en la zona de la Boca con alumnos pupilos de Viedma y Patagones. ¡Es el primer registro de un paseo al mar, con fines de salud y recreación!
La primera casilla
Pero hay otra fecha interesante, de la que se cumplirán 83 años en pocos días. Según datos de expedientes judiciales y de la recopilación “El Balneario El Cóndor, obra de los italianos” (trabajo inédito del recordado vecino Mario Lini) entre enero y febrero de 1917 el boticario Jacinto Massini instaló las primeras casillas, de construcción rudimentaria, para que sirviesen de refugio a su familia (compuesta por su hermana Rosa, su cuñado Tomás y la numerosa prole de la familia) en las jornadas de solaz al borde del mar.
Lini apuntó una fecha: 13 de febrero de 1917 (erróneamente en la única copia existente del original puso 1913, pero todos los demás antecedentes delatan que ocurrió precisamente en 1917) como la inauguración del asentamiento.
En la base de hormigón de las dos casillas que llegaron hasta nuestros días, en ese terreno que este mismo cronista dio en llamar “el ombligo del balneario” (ver “Perfiles y Postales”, 7-dic-08) se podían observar las fechas 1917 y 1919, como para despejar toda duda al respecto.
Con esta documentación se puede afirmar: el 13 de febrero de 1917 se inaugura la primera casita en la Boca. Y la oportuna recordación de la efeméride permite anunciar que en los últimos días la Municipalidad de Viedma inició una invalorable tarea de rescate, recuperación y restauración de esas modestas construcciones que albergaron a grupos familiares que con visión y optimismo encaraban la creación de una villa turística marítima. Esta nota tiene como ilustración la foto de una de esas casitas en su emplazamiento original, antes del traslado a un espacio municipal, cerca de la Terminal de Ómnibus.
Un gobernador a punto de ahogarse
La segunda efeméride por comentar está fechada el 2 de febrero de 1919 y se refiere a una tragedia que pudo haber ocurrido en las playas del balneario, de no mediar el coraje y el espíritu solidario de dos jóvenes, de 18 y 17 años, precisamente sobrinos del pionero Massini.
Como tantas otras veces el cronista actual le cede espacio al periodista de otros tiempos, para una exacta reconstrucción de los hechos con el estilo de redacción de hace 81 años. Se transcribe en forma completa una nota del semanario “La Nueva Era” con fecha 9 de febrero de aquel año.
El título anuncia “En la playa de la Boca” y la volanta advierte “La casi tragedia del domingo”. Lo que sigue es la crónica de exquisita redacción.
“El gobernador interino del territorio, señor Carlos Evrat y su señora esposa, han estado a punto de perecer ahogados el domingo último pasado, en la playa sud del la boca del río Negro. Se debe a la serenidad y el arrojo de los jóvenes Torelo y César Bagli que el accidente no haya tenido consecuencias fatales, como pudo haber sucedido. Cuenta un testigo de la escena lo siguiente.
Los esposos Evrat y algunas otras familias habían ido a la playa el domingo con el fin de tomarse un corto descanso y restar en algo las horas del día canicular; una vez en la playa y después de un petit lunch se organizaron excursiones por la costa, y algunos, atraídos por la delicia del agua salada, se lanzaron a ella.
El señor Evrat y su esposa bañábanse tranquilamente cuando esta sintió desaparecer la tierra bajo sus pies y su cuerpo se hundía en el abismo. El señor Evrat se apercibió y trató de nadar vigorosamente, para salvar a la señora; pero esta, aferrada fuertemente a sus ropas, impedíale todo movimiento, de manera que lo arrastraba consigo bajo el agua.
Siguió un instante de confusión espantosa: todos gritaban y se esforzaban en socorrer a los dos esposos, pero sin resultado alguno; de pronto acuden los dos hermanos Bagli y con presteza uno de ellos aferró a la señora y el otro se apoderó del señor Evrat, logrando arrancarlos a la muerte que ya los contaba como segura presa.
Los cuidados inmediatos que se les prodigaron, en pocos momentos, les hicieron recobrar el conocimiento, arrojando el abundante líquido bebido. Y el regreso, sino alegre como lo habrían imaginado por la mañana al ir hacia la playa, por lo menos no fue lúgubre como estuvo a punto de hacerlo la implacable parca.
La impresión dejada por tan ingrato suceso en el espíritu de la señora de Evrat ha sido terrible .Medida la enormidad del peligro corrido, a raíz de su salvamento, ha sufrido una grave conmoción, requiriendo como consecuencia unos días de retraimiento, para reponerse de la impresión sufrida. Actualmente la señora se encuentra ya bien, y en cuanto al señor Evrat, con su entereza y energía ha sabido sobreponerse y dominar su emoción desde el primer momento. Ambos han recibido de la sociedad viedmense en estos días afectuosas muestras de interés y congratulaciones por haber salvado de la muerte como por milagro”.
Agradecimiento y respuesta
Es de imaginarse que el episodio fue motivo de generalizado comentario, por la alta investidura del caballero que estuvo a punto de fallecer junto a su esposa, y porque los jóvenes Bagli ya se destacaban entre las familias pioneras de la villa marítima, y entre el vecindario notable de Viedma, donde su padre Tomás Bagli tenía una acreditada librería e imprenta en la calle Buenos Ares 49. Muy seguramente como bien expresa el dicho popular, “de otra cosa no se hablaba en aquellos días” hace 81 años.
Pasaron varias semanas y el 2 de abril de aquel mismo año el gobernador Evrat envió sendas medallas de oro a sus oportunos y valientes salvavidas, con una conceptuosa nota dirigida a don Tomás Bagli. Nuevamente vamos a la letra original, cabal demostración del arte epistolar de entonces.
“Distinguido señor y amigo. Un acto de abnegación y de valor, con peligro de su propia vida, no puede tener compensaciones materiales, en nuestro sentir. Es por eso que hemos querido tributar un justo homenaje moral al arrojo y el desinterés de que se revelaron capaces sus hijos César y Torello, en el accidente del mar ocurrido el 2 de febrero último, el que pudo tener consecuencias fatales, a no mediar esa intervención noble y generosa.
No puede haber mayor ni más halagadora satisfacción para un padre que la ejemplar conducta de tales hijos, lo que es fruto indudable de la inclinación de sus sentimientos, modelados por la virtuosa educación del hogar.
Sírvanse aceptar nuestro más vivo reconocimiento, con la seguridad de nuestra estimación”.
Pocos días después, el 10 de abril, Tomás Bagli le responde al gobernador. Esta carta fue manuscrita y constituye otro documento valioso, sobre el estilo de las comunicaciones; además del profundo sentimiento que exhibe. Dice así.
“He recibido con placer y conmoción al mismo tiempo su ofrecimiento inspirado por nobleza de corazón, juntamente con las valiosas y artísticas medallas con las que rindió homenaje a mis hijos César y Torello. Placer por la idea de la salvación de tan preciosas existencias y también por haberme dado usted el honroso encargo de entregar a mis hijos el recuerdo y el estímulo a acciones buenas y generosas. Conmoción por el concepto que la insinuación de los sentimientos de que dieron prueba son mérito mayormente de mi llorada esposa. Mis hijos se unen a mí en darles las más expresivas gracias. Presente mis obsequios a su apreciada esposa. Hago votos para que la felicidad reine en su hogar y Dios le conserve por muchos años en bien de los suyos y en beneficio de la Patria”.
Vale acotar que cuando Bagli padre menciona a “mi llorada esposa” hace referencia a su mujer, Rosa Massini, hermana del “hombre del balneario”, que había fallecido pocos meses antes, en medio de una fuerte depresión causada por el extrañamiento de su tierra natal.
Las medallas de oro se perdieron (¿tal vez fue un hurto?) en la casa de don César Bagli, (de quien publicamos su glamorosa foto de casamiento, junto a su esposa Teresa), pero su hijo Edgardo conservó la documentación que certifica la hazaña. Un hecho totalmente olvidado, un acontecimiento social de relevancia hace más de ocho décadas, que describe el ambiente y las relaciones personales de la época, cuando comenzaba a desarrollarse el Balneario de la Boca del Río Negro.
Quizás exista relación entre el acto heroico de los jóvenes Bagli, y el enorme agradecimiento del gobernador Evrat, con el acto administrativo del mismo funcionario, cuando un año y medio más tarde, el 22 de junio de 1920, autorizó formalmente a Jacinto Massini “para construir una casilla de baño, ocupando una extensión de terreno de 35 metros de fondo por 50 de frente, en la zona fiscal del océano Atlántico, entre el Faro y la desembocadura del río Negro”. Lo cierto es que aquella resolución legitimó las acciones previas, como la instalación de las casillas entre enero y febrero de 1917, de Massini y aquel visionario grupo de pioneros. El libro de la historia de la antigua Villa Massini está pendiente, pero estos perfiles se constituyen en modesto aporte previo.