sábado, 13 de agosto de 2011

La Biblioteca de la Legislatura de Río Negro en su Cincuentenario, algunos antecedentes y recuerdos

 Velia Salicioni, Juan Fresán, Mena Píccolo, Nelly Magnanelli yJackie Abrameto, en aquella primera biblioteca de los años 60.
 Una reunión de autoridades y empleados en la biblioteca de los años 70, ya con la boisserie de madera en el primer piso de la sede legislativa.
 Los ex legisladores Piñero y Chucair, el ex secretario Argañaraz y el actual director de Asuntos Legislativos Daniel Ayala, en la celebración de los 50 años, el pasado 11 de agosto. Abajo: el presidente de la Legislatura, Bautista Mendioroz, saluda a la directora de la biblioteca, Dalia Chaina.
Se acaban de cumplir 50 años de la sanción de la ley de creación de la Bibioteca de la Legislatura de Río Negro, una institución cultural fuertemente relacionada con la comunidad de Viedma; no tan sólo por su rol de asistencia al parlamento provincial en temas específicos, sino por su trascendente labor en la difusión general de la buena lectura.



En aquellos tiempos, los primeros años de la década del 60 en el siglo pasado, en la joven provincia de Río Negro estaba todo por hacerse. Así fue que el 31 de julio de 1961 fue sancionada la ley de creación de la Biblioteca de la Legislatura de Río Negro. El proyecto, convertido en ley 202, llevaba la firma del legislador Farid Marón, un hombre de las filas de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), que desde Valcheta llegó para ocupar una banca y colaborar activamente con el primer gobernador constitucional de los rionegrinos, Edgardo Castello, desde la presidencia del inicial cuerpo parlamentario.
“La creación (de la Biblioteca) por ley es garantía de estabilidad presente y futura; (pues) ni los cambios políticos ni aún la posibilidad de intervenciones podrá influir en la trayectoria expresamente fijada, ni desviar o anular la proyección futura de la entidad. Y si ello por desgracia ocurriera siempre habrá un responsable que tendrá que responder ante la ley”, escribió Marón. Las bases estaban claras.

El primer ámbito
La estructura de aquella primera Legislatura de Río Negro era muy reducida, el recinto de sesiones era la sala ocupada hasta el año 1956 por el cine y teatro Argentino, donde apenas se habían removido las butacas para colocar una larga mesa con forma de herradura, un estrado y las bancas de los diputados, conservando el escenario y el telón; con unas pocas oficinas sobre la construcción de la esquina de las calles San Martín y Saavedra. Para instalar a la flamante biblioteca se alquiló entonces un inmueble ubicado sobre Saavedra, número 534 (actual sede del Colegio de Ingenieros).
Jacobo Alberto Abrameto (simplemente Jackie) fue el primer responsable de la biblioteca. Hace 5 años trazaba estos recuerdos. “Entré a trabajar en la Legislatura por concurso, en la época de Juan Stábile como presidente y Paco García como secretario administrativo. Este señor se llamaba Armando Pedro Ramón del Rosario García, pero todos lo conocían como Paco García, era martillero y ocupaba el cargo de secretario administrativo. El primer secretario legislativo fue Oscar “Tolucho” Liccardi, que más tarde renunció para pasar a la Gobernación, reemplazado por Aníbal “Icho” Argañaraz”.
“Cuando se decidió organizar la biblioteca hubo concurso para cubrir el cargo de bibliotecario y lo ganó Orfilio Modesto “Chichino” Arró, abogado recién recibido en Córdoba. En ese momento también ingresaron Filomena Píccolo y Velia Salicioni,(dos docentes de conocida actuación en Viedma) Al poco tiempo Arró renunció, para dedicarse a pleno a su profesión, y quedé a cargo de la incipiente biblioteca”.
“Sin tener conocimientos específicos, simplemente aplicando un poco de sentido común, diseñé una ficha para catalogar, clasificar y seguir cada proyecto en sus diversas etapas, hasta que se convertía en ley; llevó un tiempo, incluso tuvimos que pedirle a la imprenta Bagli que nos hiciera una tarjeta especial, y al final nos quedó un sistema que tiempo más tarde fue elogiado por un especialista que vino a visitarnos de la biblioteca del Congreso de la Nación”.
Velia Salicioni se sumó a la recordación nostálgica, cuando fue entrevistada por este cronista en estos primeros días de agosto del 2011. “Nos sentíamos allí como en nuestra casa, constituíamos una familia juvenil y compartíamos sueños y esperanzas. Jackie y su esposa Amelia estaban recién casados y como el edificio tenía al fondo un pequeño departamentito le habían autorizado instalarse allí, para vivir; lo que aumentaba la familiaridad. Recuerdo que los ambientes eran muy fríos, y como la calefacción esos tiempos era escasa muchas veces nos quedábamos totalmente arropados adentro de la oficina, pasando las fichas a máquina y atendiendo al público. Por suerte teníamos la recompensa del calor y del sol en los días de primavera y verano, cuando disfrutábamos mucho del patio interior”.
Velia agrega los nombres de otros compañeros de tarea de aquellos tiempos iniciales: Juan Fresán (que años más tarde se destacaría como diseñador gráfico y publicitario), Guguy Fáges (después recibido de médico en La Plata, secuestrado y desaparecido en 1975), Eleodoro Saissac y Ricardo Ocejo (de destacada actuación deportiva y empleado de larga data en Rentas de la provincia).
“A tiempo llegó otra maestra joven, menor que nosotras (Mena y Velia, quien habla) y se convirtió en nuestra protegida, con los años sería directora de la Biblioteca y seguimos viéndonos cada tanto, para recordar aquellas épocas”. Se llama Nelly Magnanelli, poco después se convertiría en “de Armas”.

La biblio en LU 15
De nuevo los recuerdos de Abrameto, para ilustrar sobre una importante experiencia de difusión. “En aquellos tiempos los habitantes de Viedma y Carmen de Patagones no recibían las imágenes de la televisión y la radio, sobre todo LU 15 radio Viedma, era un importantísimo medio de comunicación. La joven Biblioteca de la Legislatura necesitaba proyectarse a la comunidad y radio Viedma, dirigida por “Tolucho” Liccardi recibió con los brazos abiertos una interesante iniciativa.”
“Yo compraba los días jueves el diario Clarín que traía un suplemento literario, y en base a esos artículos y con el material que teníamos en la biblioteca hacíamos un programa de radio los sábados en LU 15 a las ocho de la noche. Lo conducíamos Nelly, Mena, Velia y yo, se leían poemas, comentarios de libros y algunos temas de la actualidad legislativa. El programa tenía gran éxito”.

Sucesivas mudanzas y cambios
Tras la interrupción militar en la vida constitucional (1966), la Biblioteca se instaló en la sede central, sobre calle San Martín. Funcionó un tiempo en el vestíbulo (“Salón de los Pasos Perdidos”) y después en la esquina con Saavedra (en el mismo espacio que tiempo antes había albergado el restaurante de la Legislatura). Para principios de los 70 el gobernador militar general Roberto Requeijo ordenó una serie de reformas en la estructura del viejo teatro Argentino. Se trajo, desde Buenos Aires, una impactante boiserie antigua, que perteneciera a una aristocrática casa porteña. La Biblioteca de la Legislatura lució durante muchos años –hasta 1989- un distinguido aire europeo, con revestimiento de madera, estanterías en dos niveles con escaleras y pasillo superior. Estas instalaciones ocupaban todo el espacio del frente en la planta alta del edificio, el mismo lugar que más tarde sería asignado a la presidencia del cuerpo y despacho del Vicegobernador.
La expansión de la Legislatura requirió ese espacio y así, hacia 1989, hubo que serruchar los estantes de madera y adaptarlos a un salón comercial de calle Saavedra 577; con una nueva mudanza, en 1996, al edificio de Rivadavia 64.

La sede propia
En el año 2004, siendo vicegobernador y presidente de la Legislatura Mario De Rege, comenzó a gestarse el proyecto de la primera ampliación del edificio de la sede central. La nueva ala, construída hacia la calle Belgrano, incluyó en planta baja y entrepiso las nuevas dependencias de la Biblioteca de la Legislatura de Río Negro, bajo un desarrollo espacial del arquitecto Sergio Gorriti. Fue el primer edificio diseñado especialmente para biblioteca en la ciudad de Viedma, y se inauguró el 8 de diciembre de 2007. Un poco después, tras la muerte del primer gobernador constitucional de la recuperada democracia, Osvaldo Alvarez Guerrero, el 8 de octubre de 2008 se le impuso su nombre a la Biblioteca, como un merecido homenaje, dadas sus condiciones de calificado intelectual, bibliófilo y ensayista.

Libros y anaqueles que cuentan
La historia de estos 50 años de trayectoria de la Biblioteca de la Legislatura se nutre también con los recuerdos de sus usuarios. Este cronista tiene muy presente, en su memoria, el clima de cálida atención en la esquina de San Martín y Saavedra, por el año 1968, cuando entrando a la izquierda se encontraba la estantería de llteratura argentina y se pudo nutrir, con la ansiedad propia de la adolescencia, de un cóctel de autores donde se mezclaban Julio Cortazar, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges y David Viñas.
Los bibliotecarios también guardan sus anécdotas. Como aquella vez que un lector sorprendió con la consulta sobre la “perestroika” (la famosa reestructuración lanzada por el gobierno ruso en 1987) y la joven empleada que atendía marchó velozmente hacia el sector de los libros de arte. Una compañera, solícita, le pregunto en voz baja “¿sabés lo que es la perestroika?” y la muchacha contestó, muy segura: “sí, es un ballet ruso”. Y esa otra ocasión cuando una bibliotecaria con poca antigüedad se enfrentó a un señor que, muy circunspecto, pidió consultar “la Enciclopedia Jurídica escrita por el doctor Castellanos” (el apellido era otro, se preserva por razones entendibles) tras lo cual la empleada recorrió de punta a punta el anaquel jurídico y volvió contestando “no la tenemos, señor”; y el usuario, furioso, soltó: “no puede ser, si es una obra de mi autoría y yo la doné la semana pasda”. La sorprendida bibliotecaria no atinaba respuesta; hasta que otra empleada, más experimentada, se acercó para prevenirle, en un susurro: “no te preocupes, este señor está un poco chifladito y siempre viene con este tema, no es abogado ni tampoco escribió ningún libro pero tiene ese delirio, disculpate y decile que la vamos a buscar bien y se va tranquilo”.
¡Cuántos estudiantes secundarios y universitarios habrán saltado exitosamente por el trampolín del conocimiento rumbo a los exámenes gracias a los servicios generosos de la Biblioteca de la Legislatura a lo largo de este medio siglo! ¡Cuántos viajes maravillosos por los territorios de la imaginación, en novelas y cuentos, habrán tenido puerto de partida en los estantes de esta prestigiosa institución!