lunes, 29 de agosto de 2011

Viejas fotos que disparan nostalgias y recuerdos

 Agasjo al juez federal de Viedma De La Fuente (arriba); una noche de carnaval, con un grupo de jóvenes de Viedma y Patagones (abajo)
 La primera fiesta de  la lana en Viedma , año 1949 en el cine San Martín.
Un hombre de 78 años ejercita su impecable memoria frente al monitor de una computadora, que le muestra imágenes fotográficas del ayer. Reconoce personas y sus nombres, ubica los lugares y las circunstancias de la escena retratada, construye el relato. El cronista lo acompaña en el recorrido, toma apuntes, hilvana episodios y compagina la nota.

El hombre se llama Aníbal Argañaraz, pero más lo conocen por el sobrenombre de “Icho”, posiblemente inspirado en un pueblo cordobés: Icho Cruz. Nació fortuitamente en Buenos Aires, pero la infancia y la adolescencia, ese territorio de aventuras y descubrimientos inolvidables, los transcurrió en Viedma, donde fue alumno de la escuela normal y del colegio nacional. “Mi padre, Carlos Argañaraz, maestro y profesor de geografía egresado de la Escuela Normal Mariano Acosta de la Capital Federal, era primo hermano del profesor Raúl Fernández, director de la escuela normal de Viedma, que le propuso que se viniera para aquí, en 1928. Papá ya estaba de novio con mi madre, Emilia Bassas Pujol, al poco tiempo se casaron en Buenos Aires y la trajo para formar aquí su familia. Los dos ejercieron la docencia durante 30 años, gozando del aprecio de sus colegas y alumnos, tuve el privilegio de tener padres docentes, al estilo de antes, dueños de prestigio social.”
Argañaraz facilitó al cronista una importante cantidad de fotos antiguas, algunas heredadas de sus padres y otras de su propia cosecha, que ilustran momentos de la vida social de la Capital del Territorio de Río Negro en las décadas de los años 30 y 40 del siglo pasado.

Los notables
Muchas de esas imágenes corresponden a los tradicionales banquetes en homenaje de caballeros distinguidos de las sociedades viedmense y maragata, celebrados habitualmente en el restaurante del hotel España, propiedad de don Miguel Cruz, sobre la calle Buenos Aires entre Belgrano y Saavedra. “Era un lugar de categoría y amplitud suficiente como para recibir unos 100 comensales” apuntó Icho, mientras revisaba el archivo ya digitalizado. Una de las fotos (la que se presenta en esta nota con el epígrafe “Homenaje al juez federal Mario De La Fuente”) permite identificar a un grupo de notables caballeros, con actuación en ámbitos profesionales, políticos e institucionales.
Señaló nuestro guía por la memoria “en esa cena se reunieron prestigiosos médicos, un ingeniero, un farmacéutico, comerciantes, ganaderos, futuros jueces y cuatro hombres a quienes les tocaría, años después, altas responsabilidades públicas: el primer gobernador electo de Río Negro, un senador nacional que llegaría a la Presidencia de la Nación, otro representante en la cámara alta del Congreso y un presidente del Concejo Municipal de Viedma”.
La nómina es la siguiente (mirando la foto en detalle de izquierda a derecha) sentados: Juan José Pino, Roberto De Rege, Pedro Ecay, Gullermo Humble, José María Guido, Carlos Argañaraz, Mario De la Fuente (en la cabecera), Diego Contín, Antonio Sussini, Edgardo Castello, Alberto Cortés y Marcos Viglione. Parados: Antonio Pedro Ramón del Rosario García, Esteban Pazos, Julio César Brunello, Elvio Castello, Ramiro García, Vicente Rossi, Nazario Contín y Erberto Castello. ¡Realmente un grupo de notables!

Las fiestas juveniles
“Las fiestas juveniles eran grandes acontecimientos sociales, a veces largamente esperados. Había por lo menos un gran baile por mes, con motivo de la celebración de las fiestas patrias y otras celebraciones como el carnaval, a las que era obligatorio asistir para las chicas y los muchachos de Viedma, en Villa Congreso (el Rancho Grande), Sol de Mayo y Jorge Newbery de Patagones. También estaban los asaltos que se hacían en la casa de alguna chica, con el total consentimiento y control de los padres por supuesto, sobre todo en cuanto a la posible introducción, de parte de los varones, de alguna bebida alcohólica, tipo Cubana. Entre los estudiantes del Nacional y la Normal se formaba un grupo compacto de amistad, amistades verdaderas aún entre mujeres y hombres, donde no faltaban la galantería y el interés amoroso naturalmente” comentó Icho. Después, mirando en detalle una foto de festejo de carnaval (en un salón no identificado) observó que “algunos de los noviazgos que se insinuaban en aquellos tiempos se concretaron en casamiento y familias, pero otros se diluyeron en el tiempo y sólo nos quedaron dulces recuerdos”.
Argañaraz identificó a unos cuantos de los protagonistas de la foto que lleva como epígrafe “Una noche de carnaval a fines de los 40”. En el centro de la imagen, sentado en el piso y con un gorrito, aparece Silvio Aostri, flanqueado por dos bellezas: a su derecha (con abanico en la mano) Margarita Sánchez, y a su izquierda (tomándose las manos) Fanny Crespo. En cuclillas la primera dama de la izquierda, es Martita Ballesteros, al lado Nelly Estremador (con tocado), Andrés Iribarren, Pate Campora, un joven Scatena, y una chica y un muchacho no reconocidos y al final de la fila Coco Quiroga. Entre quienes están de pie Margarita Toledo, Chichí Mírcoli, un muchacho de apellido Rojas, Maruca Francioni, Carlitos López, Monina Martínez Roca, Icho Argañaraz (peinado a la gomina, con anteojos, le susurra algo a la bonita señorita que tiene al lado), Kelo Vichich (que se asoma por atrás), Norma Génova, Cota Mírcoli, Coco Mansilla, Mae Ballesteros y Raquel Argañaraz (mirando hacia fuera de la foto). ¡Jóvenes del ayer!

Una reina de la lana
“Esta escena es en el cine San Martín, tan elegante, tan luminoso, era un verdadero lujo para la Viedma de fines de los 40 y principios de los 50. Es la primera fiesta de la lana, y se puede ver a la participante por Viedma en el concurso de elección de la reina, una joven llamada Esilda Ressia, que avanza sonriente hacia el escenario, mientras atrás esperan para subir otras candidatas. Se puede apreciar el cuidado que teníamos todos en nuestra forma de vestir para asistir a un acontecimiento de esta naturaleza” recordó después, contemplando otra foto.
Reflexionó que “ver estas imágenes produce una fuerte nostalgia, porque muchos de los amigos que aparecen en estas fotos ya no existen físicamente, aunque persisten en nuestra memoria, naturalmente. Fue una época de transición entre normas sociales muy rígidas, que separaban los estratos sociales de Viedma entre los del centro y los de los barrios, que empezó a nutrir amistades que rompían esas diferencias. Era una vida sencilla, pero muy animada”.

Tiempos de la Legislatura
Un salto en el tiempo. Días atrás Aníbal Argañaraz participó, especialmente invitado, en la celebración del cincuentenario de la creación de la Biblioteca de la Legislatura de Río Negro. Se reencontró allí con antiguos amigos de su época de secretario del parlamento, como los son los ex diputados Ignacio Piñero y Elías Chucair. “Yo estaba radicado en General Roca, con un emprendimiento comercial, y el gobernador Castello viajó para una inauguración, acompañado por Antonio Pedro Ramón del Rosario “Paco” García; nos conocíamos con Paco y me invitó al banquete en el club Italia Unida. Una semana después Paco me llamó porque Aldo Liccardi estaba por renunciar a la secretaría de la Legislatura para pasar a la secretaría General de la Gobernación y estaban buscando un reemplazo; me ofreció el cargo y yo dudaba en aceptarlo, porque no sabía si estaba capacitado para desempeñarlo. Hablé con Castello, que me dio su consentimiento, y después charlé con el presidente de la Legislatura, Farid Marón, hombre de orden impecable, un verdadero caballero. Estuve en el cargo hasta el golpe que derrocó a Frondizi, y volví a la misma función en los tiempos del gobernador Carlos Nielsen, con don Valentín de Prado como presidente de la Legislatura. En 1966, cuando cayó el gobierno nacional de Arturo Illia, quedé a cargo de los bienes de la Legislatura; más tarde cuando era gobernador el comodoro Lanari, por encargo del secretario general de la Gobernación, el maestro Carlos Delgado, pasé a una función de coordinación entre áreas del gobierno”.

Requeijo, gobernador y amigo
Aníbal Argañaraz permaneció en esas tareas administrativas hasta octubre de 1969, cuando llegó como interventor primero y gobernador después el general Roberto Vicente Requeijo. “La primera tarea que me encargó Requeijo fue que le hiciera un relevamiento de situación en Río Colorado, donde había que remover al intendente; después me mandaron como intendente a General Conesa, en donde también había un lío bárbaro y un montón de enfrentamientos. Allí estuve hasta mayo de 1973 y fueron, desde el punto de vista de la función, los mejores años de mi vida”.
La última foto del recorrido por la memoria de Icho nos muestra al general Requeijo, de sport, fumando y pensativo. “Con Requeijo nos hicimos grandes amigos, primero en una relación cordial de gobernador a intendente, después cuando él se quedó en el llano entramos más en confianza y llegué a conocerlo mucho. Era un hombre con una enorme vocación política, que superaba totalmente su condición de militar, y sus preocupaciones eran esencialmente sociales, lo que demostró como jefe de la guarnición de Curuzú Cuatiá, en Corrientes. Fue un hombre valioso para Río Negro, desde luego, que tomó siempre con enorme responsabilidad las funciones que le tocaron”. Las fotos quedan en la computadora, algunos recuerdos en la crónica.